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Los amigos son los amigos y los hacemos a lo largo
de toda la vida. Sin embargo, aquellos que se
hicieron en el colegio son especiales: Mucha vida
compartida. Estudios, tareas, deportes, juegos,
campamentos, asignaciones, viajes, paseos, fiestas,
desfiles, misas, retiros, teatro, banda, música y
más. La sola mención de eso nos recuerda que once
años, e incluso unos pocos años escolares, son toda
una historia. Tenemos, pues, una historia común. Eso
explica porque después de 20 años nos seguimos
viendo y buscamos reunirnos. Pero hay más. El
colegio fue también para nosotros infancia, niñez y
el inicio de la juventud. ¿Puede alguien encontrar
algo más transparente que el rostro de un niño
sonriendo? Nos conocimos en una edad en que hay
miedos pero no hay prejuicios, en que es muy difícil
disimular o actuar y en que es muy fácil reir
sinceramente y llorar también sinceramente. Nos
conocimos, en suma, cuando éramos muy auténticos y
estábamos desprovistos de las caretas que solemos
ponernos los adultos para cumplir los distintos
roles que tenemos que desempeñar. Eso también
explica porque sentimos la necesidad de festejar
como buenos amigos este aniversario que es para
todos nosotros especial.
En estos 20 años se han
juntado, pues, ese pasado común que tenemos con la
enorme confianza que nos da el hecho de reconocernos
amigos desde cuando éramos niños y jóvenes. ¿Y ahora
cuál es el camino que debemos recorrer?
Probablemente hacernos más amigos y vivir en
presencia cotidiana de aquello que los Padres
Jesuitas y Maestros nos enseñaron para la vida y
para siempre en nuestro querido Colegio San José.
Alonso
Adrían Sainz
Loyola
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Un ardiente deseo que hay que hacer realidad a toda
costa,
es el punto de donde ha de partir todo soñador.
Los sueños no nacen de la indiferencia, de la
pereza o de la falta de ambición
Napoleon Hill
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